Ninos desobedientes, padres desesperados by Rocío Ramos-Paúl & Luis Torres

Ninos desobedientes, padres desesperados by Rocío Ramos-Paúl & Luis Torres

autor:Rocío Ramos-Paúl & Luis Torres
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Autoayuda
publicado: 2012-08-09T22:00:00+00:00


Para conseguirlo tienen que tener normas en casa y consecuencias a su comportamiento. Eso no significa que no les expliquemos. Es imprescindible para que vivan la norma como algo justo. Pero la explicación tiene que ir en proporción a su capacidad de atender y como consecuencia de entenderla.

Cuando los padres toman conciencia de explicar considerando las características de su hijo, entienden que para educar hay que tener en cuenta el momento del desarrollo en el que se encuentra cada niño, y entonces aprenden, porque están en el periodo más favorable para hacerlo.

Los padres han de cambiar los largos discursos por acciones como mirar a los ojos. De esta forma, te aseguras de que el niño te atiende y puedes decirle lo que tiene que hacer, añadiendo luego una breve explicación, necesaria para comprender el porqué de las normas, pero —¡por favor!— para que lo aprenda, recuerda que no puede pasar de tres frases. Deja las grandes disertaciones para más adelante; sintetiza todo lo posible. No sólo entrena la atención, sino que prepara un esquema de diálogo con tu hijo, de forma que aunque en la adolescencia seguirás siendo un «pelmazo» (es lo que toca a los padres), escuchará las ideas claves que quieres transmitirle.

Veamos algunos ejemplos: «No pegues, haces daño», «Presta tus cosas, los demás te dejarán las suyas», «Apaga el ordenador, hay que jugar a otras cosas también». Conviene recordar, antes de terminar este apartado, que no son las palabras sino el ejemplo (las acciones) lo que enseña a los niños. Así, si veo el armario de mi padre recogido, le creeré cuando me pide que recoja mi ropa, pero si veo constantemente ropa suya tirada pensaré: «¿Cómo me voy a tomar en serio que me diga lo importante que es ser ordenado, aunque le lleve mucho tiempo intentar convencerme de ello?».

8. Establece los límites con un control emocional. Límites y normas ayudan al control emocional, o lo que es lo mismo: «Las cosas no son cuando yo quiero, como yo quiero y en el momento que deseo». Algunos padres tendrían que leer esto un par de veces, porque pretenden que sus hijos hagan lo que ellos quieren, cuando ellos quieren y en el momento en que se lo dicen. Y si esto no ocurre, ¡se arma la gorda! Educar invita a revisarse uno mismo y mejorar. Recordemos que los niños todo lo imitan y poner límites necesita de control emocional. Dirán que no cientos de veces, se harán los sordos otras tantas, mentirán para escaparse de las consecuencias mil más, y hay que estar preparados para controlar las emociones.

¡Ojo! Sin culpas. Todos nos enfadamos e incluso perdemos el control en alguna ocasión. El problema es si la pérdida de control se produce con mucha frecuencia, porque los padres que viven enfadados castigan más y con mayor severidad, de manera que convierten muchas de sus normas y límites en injustas.

Un gran truco, si tienes uno de esos días terribles o notas que llevas una época castigando en exceso, es



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